La vida es como un libro, se termina un capítulo y se empieza el siguiente, sin pensar en lo que hemos leído en el capítulo anterior; del otro capítulo nos queda en la memoria sólo lo que hemos comprendido, porque refleja la comprensión de nuestras vidas; es decir, el indispensable aprendizaje para conocernos. Así que, si la vida se parece a un libro, la leeremos por tener interés en comprenderla; porque lo que abre el camino hacia la Comprensión, es el interés en comprender.

Este proceso íntimo y personal, otorga equilibrio a nuestra vida interior y exterior, y pone los fundamentos indispensables que consolidan las relaciones según una nueva Lógica; independientemente de la posición y condición exterior de cada uno.

Cuando en estas páginas utilizo términos como, Conciencia, consciente,  conciencia de sí o consciente de sí mismo, considero el significado etimológico de dichos términos desde el punto de vista de la experiencia espiritual.

Conciencia con la mayúscula, se refiere a la Presencia que está al origen de la experiencia espiritual y humana, no es sólo un término filosófico o psicológico utilizado habitualmente para describir condiciones psíquicas o estados anímicos, sino el intento de describir la secuencia de pasajes interiores empezando de su Origen. Es decir, utilizo los términos para describir la Experiencia.

No puedo decir mí conciencia, porque si fuera mía podría dirigirla, y eso no tiene ningún  sentido. Puedo afirmar, soy consciente de la Conciencia, es decir, gracias a la Conciencia soy consciente de Ser.

He pensado titular estas páginas “El Milagro de la Vida”, después una larga temporada de búsqueda y de meditación, intentando traducir en palabras mi  experiencia humana, artística y espiritual. Intentando aquella síntesis y armonía que la mayoría de las veces no es fácil expresar en palabras. Así me he valido en paralelo con algunas de mis pinturas, que forman parte de este recorrido y que han marcado, de una manera simbólica, las etapas fundamentales de mi  experiencia. Lejos de considerarme un pintor, y aún menos un escritor, considero estos medios de expresión un buen vehículo para conocerse, en primer lugar, a sí mismos, y poder expresar, aunque sea de manera parcial, el devenir en nosotros de la Vida. Se ha dicho que: “Toda traducción es una traición” y eso es verdad también cuando se intenta “explicar” la propia experiencia, y aún más cuando se trata de una experiencia invisible, por encima o más allá de la razón y de la lógica humana.

Pienso que el mayor esfuerzo para un creyente es el de integrar lo de fuera con lo de dentro, es decir, la vida exterior con la vida interior; y es un gran trabajo,  hasta cuando las pensamos, y por consiguiente las vemos, como dos realidades separadas. ¡Por eso tenemos la necesidad de integrarlas! Es un proceso inevitable y un deber para quien busca la Vida.

Para integrarlo debemos antes reconocer. Reconocer la unidad fundamental que caracteriza nuestra vida, dentro y fuera de nosotros; como dice el Apocalipsis:  “Y vi en la mano derecha de Aquel que estaba sentado en el trono un libro en forma de rótulo, escrito sobre el lado interno, y sobre el externo sellado con siete sellos.”  (Apocalipsis 5, 1)

No dos libros, sino un único libro escrito sobre las dos caras. Esta es la creación invisible y visible a nuestros ojos; y es también nuestra existencia y nuestra vida.

El Arte es la expresión de la Creatividad, y se manifiesta de manera distinta y única según quién la expresa, y según la capacidad interpretativa propia de la persona.

La Meditación, más allá de ser una práctica, es un estado de consciencia. Pasa a través de las prácticas, se forma y crece en el silencio, el relajamiento y la  concentración, pero no depende de ellos; porque no depende del tiempo. El silencio, el relajamiento y la concentración son el ambiente ideal para que se pueda  manifestar la Realidad más profunda de nuestro ser.

El Autoconocimiento es el trabajo más importante que podemos realizar en este mundo; es decir, la solución al enigma de la vida.

Lo que caracteriza estos tres temas y los engloba en una única experiencia, es la escucha; lo que hace falta entonces al practicante, es elevar la propia capacidad  de escuchar.

Para elevar la capacidad de escuchar hay que elevar el nivel de consciencia; eso requiere, sobre todo, un cambio de actitud profunda. El practicante que se deja  guiar en la búsqueda debe tener en cuenta que el arte, la meditación y el autoconocimiento son tres aspectos que forman parte de un único recorrido. Tres realidades que se integran y se completan recíprocamente; valorizando, de maneras distintas, las características y las capacidades del individuo.

La expresión artística será entonces la consecuencia y la manifestación de lo que habrá encontrado conscientemente en sí mismo. El Arte será entonces el lugar  de la búsqueda y al mismo tiempo del descubrimiento. Sin duda la Meditación  y el Autoconocimiento pueden ser desvinculados del Arte, como normalmente  ocurre en muchas escuelas de arte o meditación, donde una no considera la meditación y la otra no considera el arte, pero juntas pueden completarse y ayudar al desarrollo de las capacidades interpretativas y creativas de la persona.

C.R.E.A. Es una iniciativa cultural que forma parte de un proyecto que he nombrado A.M.A. Arte, Meditación y Autoconocimiento. El objetivo principal es  recuperar y revalorizar un potencial creativo presente, pero aún no consciente. Reconsiderando el Arte como expresión y consecuencia de una creatividad  consciente. El aprendizaje requiere una parte teórica (filosófica) y una práctica (expresiva).

Por eso el seminario está pensado y programado como instrumento de ayuda para desarrollar las capacidades personales a través de prácticas de: relajación,  concentración y meditación con el fin de establecer una armonía entre la parte racional (lógica y analítica) y la parte anímica (sensible y creativa).

Los niños la tienen mucho más latente, porque para ellos seguir su parte anímica es natural; sencillamente porque no están acondicionados por el trabajo de la  mente racional. Entonces hay que aprender de ellos, y recuperar esta dimensión imprescindible en el equilibrio del ser humano.

Por esta misma razón C.R.E.A. está pensada sobre todo para niños, adolescentes y adultos interesados en recuperar su creatividad escondida.